Rubén Norberto Bruno

Rubén Norberto Bruno, un héroe accidental en colectivo

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A lo largo de 89 años de la era profesional son 35 los títulos ganados por River Plate en competencias regulares organizadas por la AFA, pero consta en su historia una sequía que abarcó desde 1958 hasta 1975, inclusive, cuando Rubén Norberto Bruno convirtió el gol decisivo frente a Argentinos Juniors en una fría noche en el José Amalfitani de Liniers.

Aquel glorioso zurdazo del que mañana se cumplirán 45 años representó para Bruno lo que el artista estadounidense Andy Warhol bien había profetizado: “En el futuro, todos tendrán 15 minutos de fama”.

O tal vez se tratara de una anticipada alegoría futbolera de lo que en 1992 sería una película dirigida por el británico Stephen Frears y protagonizada por el legendario californiano Dustin Hoffman: “Héroe Accidental”.

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Hacia agosto del 75 el porteño Bruno jugaba como mediocampista ofensivo o wing izquierdo en la Cuarta de River y veía relativamente lejana la posibilidad de debutar en una lujosa Primera que Ángel Labruna había inspirado para cortar 18 años sin títulos.

En tal desafortunado lapso, River había acumulado subcampeonatos y decepciones por doquier, incluidos el torneo del 62, el del célebre penal que Antonio Roma atajó al brasileño Delem en la Bombonera; la final de la Copa Libertadores del 66, en Chile, que derivó en el hiriente mote de “gallinas”, el Metropolitano del 70 perdido con Independiente por diferencia de goles, y otra final, la del Nacional del 72, desaprovechada a manos del San Lorenzo de Juan Carlos Lorenzo.

Unas cuantos futbolistas notables habían pasado por River sin llegar a coronar: Ermindo Onega (que formó parte del plantel del 57, pero chiquilín aún y cuando el campeonato estaba resuelto), su hermano Daniel, Hugo Gatti, José Manuel Ramos Delgado, Enrique Wolff, Luis Artime, el peruano Miguel Loayza y los uruguayos Roberto Matosas y Luis Cubilla, entre otros.

Tras hacer un destacado trabajo en Talleres de Córdoba, Labruna fue contratado por River a comienzos del 75 con el perentorio objetivo de armar un gran equipo destinado a terminar con la mala racha.

Y así fue: convenció a Roberto Perfumo de regresar de Cruzeiro de Brasil, a Oscar Mas del Real Madrid y a Pedro Alexis González de Defensor Lima y se le concedió las incorporaciones de Pablo Comelles y Héctor Ártico de Talleres, de Miguel Ángel Raimondo de Independiente y del paraguayo Pedro Alcides Bareiro.

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En River ya constaba una base de lo más acreditada: el arquero Ubaldo Matildo Fillol, el defensor Daniel Passarella, el delantero Carlos Manuel Morete y los mediocampistas, Juan José López y Norberto Alonso.

Salvo un bache a mitad de campeonato, el River del Metropolitano del 75 cumplió con las expectativas, sumó victoria tras victoria, lideró la tabla y batió récords en materia de asistencia de público.

Un gran triunfo contra San Lorenzo con sendas anotaciones del Beto Alonso dejaron a River a tiro de la vuelta olímpica, pero de inmediato Futbolistas Argentinos Agremiados estableció una huelga por tiempo indeterminado, y la AFA, presidida por David Bracutto, ordenó que esa fecha 37 se jugara a como diera lugar aunque fuere con futbolistas de Octava o Novena división, tal como ocurrió con Racing , cuya formación adolescente resultó humillada por Rosario Central con una goleada de 10-0.

El jueves 14 de agosto de 1975, contra Argentinos Juniors, en el Amalfitani de Liniers, Federico Vairo sustituyó a Labruna en el banco y dispuso una mixtura de juveniles de Cuarta, Quinta y Sexta: Alberto Pedro Vivalda; Orlando Ponce, Luis Alberto Jometón; Rodolfo Luis Rafaelli, Héctor Norberto Bargas (Sergio Gigli), Fernando Zappia; Leonardo Labonia, Rubén Mario Cabrera, Ramón Orlando Gómez, Rubén Norberto Bruno y Francisco Groppa (Luis María Giménez).

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Cuando transcurrían 24 minutos del segundo tiempo y en la tribuna de River crecía la ansiedad, un defensor de Argentinos falló en una intercepción en la salida, Bruno se quedó con la pelota y enfiló hacia el arco: “salió el arquero y definí a un costado”.

River no daba la vuelta olímpica desde hacía 18 años, uno más de los que tenía Bruno, que cinco días antes había apagado las 17 velitas.

La fiesta propiamente dicha tuvo lugar el domingo 17 en el Monumental, con todos los titulares y 2-0 a expensas de Racing en un partido del que, dadas las circunstancias, se jugaron sólo 45 minutos, pero la estrella de esa noche de la que mañana se cumplirán 45 años y a la que más de una evocó con cierta perplejidad, fue Bruno: “Hice el gol del triunfo, me felicitaron, nos llevaron al Monumental y después volví a mi casa en colectivo, sin que nadie me conociera”.

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